Primer nivel de lectura: el ladillo

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3 min readSep 11, 2018

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Podríamos definirlo como un pequeño título que se intercala en cualquier texto.

Su finalidad puede ser variada:

1. Crear una pausa en el ritmo de lectura.

2. Crear un blanco en el diseño de la columna.

3. Dotar de continuidad al texto (tendría que ser lo normal) o introducir variación temática (típico en informaciones que abordan varios sucesos, por ejemplo. Aunque cada vez más habitual en cualquier asunto).

Cinco consejos para escribirlos:

Consejo 1. Como el título, tiene que decir algo (Un candidado progresista), no anunciar algo (Perfil del candidato).

Consejo 2. Al ser un título, el texto que sigue tiene que hacer referencia a lo que se anuncia. Y vigilar algo hoy tan habitual: que el ladillo tienda a hablar de lo mismo que se expone en el párrafo que le sigue.

Consejo 3. El ladillo se puede emplear en la inmformación (noticia, crónica, reportaje…) y se puede emplear, aun a veces cuesta, en la opinión (editorial, columna…).

Consejo 4. No superar una línea.

Consejo 5. Se recomienda poner un ladillo cada tres o cuatro párrafos.

Consejo 6. Pero vigilar su puesta en página: que no se junten en paralelo, que no queden colgados arriba o abajo, que no formen una escalera, que no se junten con otro elemento del primer nivel (como el sumario)… Por tanto, a pesar de la recomendación anterior, puede haber muchas noticias sin ladillo.

Un asunto más sobre los ladillos o, como los llaman en América Latina, entretítulos.

Desde hace unos años, poco a poco empieza a propagarse por los periódicos una tendencia muy interesante que — me parece — en este caso no nació para potenciar el aspecto visual de una información (aunque también lo consigue) sino para servir mejor al lector, pues se trata de informarle mejor, de un modo más sencillo, más claro, más eficaz.

Eso sí, a nadie escapa que elaborar algunas de esas páginas llevan más tiempo al periodista — hay que olvidarse, quizá de la transcripción de una entrevista, de una rueda de prensa… — . Más tiempo y, en muchas ocasiones, más saber sobre ese asunto sobre el que informa. Porque para dar claves, sacar las seis o dieciséis ideas esenciales… no vale la improvisación.

Tenemos, con sus variantes, dos grandes modelos sobre esta tendencia:

1. Informaciones que, en esencia, ofrecen al lector claves, guías, explicaciones de un proceso. El ladillo cobra especialísima relevancia pues su función es dar continuidad e ir presentando una a una esas partes que componen el todo.

2. Informaciones en las que el texto apenas tiene sentido como relato unitario y sí como una sucesión de pequeños bloques de texto. Como esa puesta en página podría desorientar al lector, se opta por poner un minitexto tras otro. Y ahí el ladillo asume, más que nunca, la función de separar y de anunciar la esencia de lo que viene.

Mostramos algunos ejemplos de ladillos:

Como otros elementos del primer nivel, no es obligatorio emplear el ladillo. De hecho, hay algún diario que no los utiliza porque apuesta por el recuadro y el sumario. En España, por ejemplo, La Vanguardia o El Mundo.

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Periodista. Profesor en FCOM. He lanzado y remodelado unos cuantos diarios y revistas. Beatlemaníaco y del Atleti.